Las relaciones interpersonales son bastante complejas ya que las reglas sociológicas no son exactas y dependen no solo de la realidad histórica, también de circunstancias materiales y psicológicas diversas.
Tiempo atrás se normalizó en el campo amoroso, tratar de lograr conquistas e intimidad mediante el engaño y se volvió común intentar doblegar la voluntad ajena a través de maniobras que tradicionalmente parecen aceptadas, aunque legalmente constituyan formas criminales con graves consecuencias. Tal es el caso de embriagar a la incauta pareja hasta la inconciencia; práctica que en muchos casos ha dado para chistes, dichos, anécdotas ‘heroicas’ y, en otros, para una larga estadía tras las rejas.
Debemos repensar las relaciones y cubrirlas desde el inicio con el manto del respeto. Hablar de consentimiento sexual no es un tema exclusivo de mujeres. Sin duda, ellas son las mayores víctimas de estas agresiones cuando se exceden los límites que se imponen y se abusa de su voluntad en determinados contextos. Por esta misma razón es necesario saber que la anuencia de una persona no puede obtenerse con trampas, atajos, manipulación psíquica, psicológica y mucho menos abusando del estado de inconciencia, pues la manifestación positiva de la aceptación en todos los ámbitos tiene que ser expresa o, por lo menos, clara.
Para que se entienda consentida una relación es indispensable que ambos sean capaces mental y físicamente. Por eso cuando se hace referencia a menores de 14 años, no se podrá hablar de consentimiento porque para la ley estos no están en capacidad de otorgarlo. En estos casos, incluso un SÍ, significa NO.
No se trata de satanizar las relaciones sexuales entre adultos, es indispensable que la sociedad tenga claro que cualquier vulneración al límite interpuesto podría categorizarse como abuso, pero que no todo acto de enamoramiento constituye un quebrantamiento a la voluntad. El deseo es un estado mental que no constituye delito y, lógicamente puede sentirse sin objeciones legales ya que “el pensamiento no delinque”, así como las expresiones de amor no representan una amenaza, siempre que estas no trastoquen la libertad y dignidad del otro.
Todo se resume en el respeto por los demás. Es importante entender que la voluntad no es una presunción, no se obtiene con presiones y no obedece a un compromiso de pareja; pues, el hecho de casarse, ser novios o tener relaciones íntimas, no trae un bonus de consentimiento o derechos sobre el otro. Este se otorga en el momento mismo del acto, sin este, cualquiera que sea la circunstancia, se estarían traspasando límites delictivos, a los que se pueden llegar por el simple desconocimiento de la realidad legal.
El consentimiento no admite trampas, si las usas, es inevitable que caigas en una de ellas.